La Bella Muerte
Un día, La Muerte ya estaba a punto de terminar su trabajo del día, sólo le faltaba como una o dos almas que tomar. La última alma que había de tomar era la de una hermosa mujer, que estaba con su amante en el parque de la ciudad. Esa hermosa mujer era alta, unos hermosos ojos verdes, un cabello liso castaño, una sonrisa que se parecía a la luna menguante en plena noche, tenía unos hermosos lunares que adornaban todo su cuerpo. La Muerte contempló como estas dos personas se demostraban su amor y se sintió triste por no ser capaz de sentir lo que es el amor, así que tomó su hoz y con un solo roce en su bella garganta, le arrebató la vida a la bella mujer. La muerte después de haber hecho esto, dijo: "Yo también quiero amar y poder ser amada por alguien". Tomó el cuerpo de la bella mujer y como una prenda de ropa, se lo puso. La Muerte al verse al espejo, no se veía a ella misma, sino a la mujer que con su hoz le había arrebatado la vida.
Esa misma noche, La Muerte se arregló para salir. Se dirigió a un bar en todo el centro de la ciudad, entró y se sentó en una mesa sola. Los hombres al verla se quedaban mudos al ver la presencia de tanta belleza en una mujer, pero había uno en especial que no le quitaba la mirada ni un segundo. El hombre se acercó a ella y le dijo: "¿Te puedo invitar un trago?", La Muerte al ver que era el primer hombre que le habló en la noche, aceptó inmediatamente. Después de unos minutos, estos dos comenzaron a hablar. Esos minutos, se convirtieron en horas y el bar tenía que cerrar, así que estos dos se sentaron en la orilla de la calle con una botella de whisky a charlar un poco más. Al momento de charlar, el hombre le pregunta a ella: "¿Nos vamos?" y la "bella mujer" sabía a donde se iban a dirigir y lo que había a pasar, entonces esta aceptó. El hombre se levantó y ordenó un taxi en el cual se subieron.
Después de varias horas de trayecto en las calles llegaron a un motel, pidieron un cuarto y se alojaron ahí. A partir de que entraran a la habitación, empezaron las caricias y los besos. La habitación comenzó a subir de temperatura, y una cosa llegó a la otra. Al terminar el acto de juntar sus cuerpos, el hombre quedó profundamente dormido y La Muerte durmió pero sólo por cinco minutos. Ella al despertar, se sentó en la fría cama y puso la cabeza del hombre en sus piernas. Comenzó a acariciar la cara del hombre que hizo sentir por primera vez que fuera amada. Al hacer esto, en los ojos de la "mujer" comenzaron a brotar lagrimas que se deslizaban por sus rosados pómulos, pero antes de caer la primera lagrima, tomó su hoz y cortó la cabeza del hombre.
La Guerra
1 de septiembre de 1939.
Ha sido un gran día de trabajo para mí, solo queda irme a casa con mi familia. Mi hija y mi hermosa esposa me reciben con un gran abrazo y con una sonrisa que parecen como si nunca se desvanecieran. Es hora de la cena y nos sentamos a comer juntos en familia y damos gracias por todo. Ha llegado la hora de dormir, me despido de mi hija con un gran beso de buenas noches en su frente e inmediatamente paso a mi habitación para dormir con mi esposa. Algunas noches no he podido dormir y no sé por qué.
Al día siguiente, me despierto temprano para ir a trabajar, pero noto que está pasando algo que todo mundo estaba hablando. No puede contener la curiosidad y le pregunté a un señor que tenía una tienda a pocos pasos de mi trabajo, le dije qué era lo que sucedía y me respondió con un tono serio y poco agradable: "¿No te has enterado? Se ha desatado una gran guerra". Al oír esto me sorprendí.
5 de septiembre de 1939.
¡No puedo creer que esto esté sucediendo! ¡¿Por qué está pasando esto?!Éstas eran algunas de las preguntas que no salían de mi cabeza. Solo pensaba en esto que se había desatado y también pensaba en cómo estaría mi familia con ésta noticia que estaba impactando al mundo.
Días después me enteré de que el que estaba encargado de dirigir la guerra era nada más que el político y militar Adolf Hitler más conocido en mi país (Alemania) como el "Fuhrer". Él estaba al mando de esto y no me lo podía creer.
8 de septiembre de 1939.
Han pasado varios desde que comenzó ésta terrible guerra. Hitler ordenó a las autoridades a que revisaran las casas una por una, pero nadie sabía el motivo de ésta orden. Ésta orden estuvo activa durante varios días y no sabíamos aun la razón o el motivo. Hasta que un día pude apreciar que era lo que estaban buscando, buscaban a judíos refugiados en las casas, los sacaban a golpes y garrotazos, no sé por qué estaba pasando esto.
Al regresar a casa, noté que la puerta del frente estaba abierta lo que se me hizo raro; entré y vi todas las cosas dispersas por el suelo, pero casi llegando al patio trasero vi a unos guardias, los cuales tenían a mi esposa atada a una silla y a mi hija en un rincón llorando y gritando. Los guardias me vieron y me tomaron a la fuerza, no sé que querían de mí o de mi familia, pero en ese momento caí en cuenta lo que buscaban. Les dije que no había ningún judío aquí, ellos pensaban que mentía, les seguí insistiendo que no hay nadie aquí oculto y que nos dejaran en paz. Los guardias pararon de interrogarme e hicieron un comentario que me dejó en shock: "Estarás en la guerra representando al Fuhrer y a tu país", a lo que inmediatamente negué, pero estos guardias que si no hacia esto mi familia sufriría.
10 de noviembre de 1940.
Ya han sido varios meses desde que abandoné mi hogar. Esto es un infierno que nunca cesa, no podemos descansar ni un segundo, tenemos que estar alerta en todo momento.
En estos momentos estamos en una zona donde están todos los reclutas y los generales que están a cargo de prepararnos.
20 de julio de 1942.
En estos días han comenzado a llegar varios camiones con personas, no sé si eran más reclutas u otra gente, solo sé que los llevaban a una zona apartada de los dormitorios en donde estábamos. Al amanecer, el coronel nos despertó y dijo que nos preparemos para observar algo. Nos preparamos y nos hicieron formar. "Ahora iremos a un lugar muy especial" dijo el coronel, mientras que avanzábamos vi que nos estábamos dirigiendo a la zona apartada a donde llevaban a las personas de los camiones. Cuando llegamos a ese lugar, habían unas personas atadas a un tronco y con los ojos vendados, lo cual me daba mala espina.” ¿Ven a esos idiotas que están ahí parados? Ustedes se encargarán de ellos " dijo el coronel con un tono de voz intimidante y frío. Una vez dicho esto, nos entregó a cada uno un rifle. Todos nos mirábamos y con solo miradas nos preguntábamos qué tenemos que hacer, el coronel al ver esto dijo: " Disparen", lo cual negué inmediatamente. El coronel se acercó y me dijo: "¿Qué pasa, hijo? Solo dispara. O acaso eres un niño que no sabe nada de lo que está pasando. ! ¡SOLO DISPARA!". Mientras él seguía gritándome, comencé a sentir miedo y con esto, sentí un movimiento involuntario con el cual presione el gatillo, haciendo volar los sesos de la persona que estaba atada. "Bien hecho, hijo" dijo el coronel. En ese momento hubo un enorme silencio y no podía creer lo que había acabado de hacer. Acabé de asesinar a una persona con mis propias manos.
18 de agosto de 1943.
Ahora estoy en lo que es la verdadera guerra, bajo trincheras y polvo que cada día me hacían sentir con miedo. En las noches se escuchan disparos de mis compañeros que buscaban al "enemigo", pero lo que me daba más miedo era el silencio que había después del sonido de las balas, un silencio profundo y frío. Ya no veo las noches como antes, ahora lo que hace brillar al cielo nocturno son las balas que nunca cesaban. Recuerdo como veía las noches, sus estrellas que hacían explotar al cielo negro, recuerdo a mi familia como si siempre estuviera con ella. Extraño mi trabajo, mi familia, mis tiempos libres, extraño mi vieja vida.
Están pasando aviones por encima de nosotros, tengo miedo. Quizá ésta sea la última vez escriba, si la es, solo quiero decir lo siento. Lo siento por no haber luchado por mi familia, lo siento por haberla abandonado, de verdad lo siento.
¿Algún día tendrá fin ésta guerra?...
Nicolás
Desde muy pequeño estaba solo, mis padres me odiaban y decían que no era su hijo. No tenía amigos ni a alguien con quien podría divertirme, así que decidí tener un amigo imaginario llamado Nicolás. Él y yo éramos inseparables, jugábamos juntos, nos contábamos secretos, hacíamos pijamadas, cualquier cosa que pudiéramos hacer juntos. Mis padres decían que tenía una enfermedad mental y que no era como los demás niños que jugaban con otros niños, pero en realidad lo que decían no me molestaba, más bien me gustaba que me dijeran que no soy igual al resto.
Nicolás y yo íbamos junto a clase, y en nuestro salón había un puesto libre, pero Nicolás lo tomó para sí mismo y quedaba justamente a mi lado. Mis compañeros de clase se burlaban porque le hablaba a un puesto vacío. Pero en el salón había un niño que era el que me maltrataba y se burlaba por tener un amigo imaginario. Un día dije algo que desde ahora me arrepiento de haberlo dicho, ese día dije: "Ojala te mueras" y eso fue lo que pasó. Dicen que murió una noche mientras dormía, quedé impactado por lo que había pasado.
Días después, Nicolás me mostró un cuchillo ensangrentado y me dijo que ese era el mismo cuchillo con el que mató a mi compañero de clase, no lo podía creer, mi amigo imaginario había cobrado vida en realidad. Le hablé a Nicolás sobre lo que hizo ya que eso está mal y me dijo: "¿No me das ni las gracias? Acabé con un problema que nos afectaba a los dos", con lo cual yo le respondí: "Esa no era la forma de solucionar eso, no de esa manera. Será mejor que te olvide, ya no eres mi amigo".
Al pasar los años, me sentía como vigilado por alguien pero nunca le prestaba atención. Aunque por las noches comenzaba a ver una sombra de un hombre sentado a mi lado y eso me hacía sentir mucho miedo, la única solución para que él se fuera era dormirme, pero esto se hacía imposible por el miedo que dominaba mi cuerpo y sólo podía dormir tomando pastillas para el sueño. Cada noche era lo mismo, no sabía quién era ni por qué me atormentaba. Hasta que una noche apareció la misma sombra pero ésta vez tenía en sus manos un cuchillo y fue cuando caí en cuenta que era Nicolás, todavía estaba a mi lado sin darme cuenta. Esa noche me susurró al oído: "No me has olvidado del todo aún, ahora vendrás conmigo". Cerré mis ojos y me vi abandonando mi cuerpo lentamente. Ahora estoy enlazado para siempre a mi mejor amigo que se convirtió en mi peor pesadilla.
Mark Dos Caras
Mi nombre es Mark, soy un chico universitario que ha trabajado muy duro para poder llegar a una universidad. Estos días en la universidad he conocido a una hermosa chica llamada Amber, su hermosura es indescriptible, ni unas simples palabras pueden describir su hermosura. Me gustaría poder llegar a ser su novio, pero ella está interesada en alguien más y es imposible que ella se interese en mí.
He intentado de acercarme a ella y poder hablar, pero los nervios invaden mi cuerpo. También he probado con cartas o pequeñas notas donde dicen lo que siento por ella pero nada resulta.
Llegó el día de los enamorados y pensé que era la mejor forma de decirle frente a frente a Amber lo que ella hace sentir dentro de mí, así que lo que hice fue comprarle unos chocolates y una rosa que lleve una carta explicando todo lo que siento. Era el momento de decirle y entregarle el detalle que tanto preparé para ella. Me dirigí a su salón donde estaba y vi algo que me dejó muy devastado por dentro, la vi con alguien besándose. Al ver esto, regresé por el pasillo y el detalle lo arrojé a un cesto de basura.
Al pasar los días, Amber ahora estaba con la persona con la que se besó aquel día en el salón de clase y verlos a ellos juntos me hacía sentir mal y a la vez enfurecido.
Después de unas semanas, vi que estaba Amber en un pasillo llorando, me acerqué a ella y le pregunté: “Qué te pasa?", ella no me respondía y pude notar que en uno de sus brazos tenía unos moretones y le dije: “Fue él ¿cierto?", ella me miró y se quedó callada. Me alejé de ella y me dirigí a mi casa a preparar algo muy divertido.
Al caer la noche, fui a la casa del estúpido que golpeó a Amber, logré entrar por la puerta trasera y lo vi sólo en la sala. Tomé una sartén que había en la cocina y de un sólo golpe lo dejé inconsciente. Lo arrastré hasta el sótano, tomé prestada una soga y lo ate de cabeza y desnudo. Unos minutos después, él despertó. Me encantaba ver su cara de temor. Antes de que se despertará, me puse una máscara que la tenía guardada para una ocasión especial. Me vio y preguntó con una voz que temblaba: "Qu... qué pasa? ¿Quién eres?", a lo cual respondí: "Sólo soy tu peor pesadilla, nada más. Vengo a cobrarte lo que le has hecho a Amber". Tomé mi cuchillo y lentamente comencé a pasarlo por su pálido y tembloroso cuerpo, hasta un punto que no pude soportar las ganas de hacerlo sufrir. Con un movimiento sutil y ligero, corté un poco su tersa piel, haciendo brotar la sangre carmesí que pintaba todo su cuerpo. Adoraba verlo así, tanto que no podía parar de hacer cortes en todo su cuerpo, mientras éste se retorcía como un gusano, hasta que dejó de moverse. Mis manos quedaron pintadas con la sangre de ésta criatura. Fue un bello momento que nunca olvidaré.
Al día siguiente, en las noticias salió mi gran obra de arte que hice anoche. Todos en la universidad estaban tristes por haber perdido a un compañero, pero yo estaba feliz por haber hecho algo fascinante. Me acerqué a Amber y le pregunté:"¿Supiste lo de la noticia?", a lo que ella inmediatamente respondió sí. "Bueno..., eso lo que le pasó a él, yo lo hice. Yo fui quien lo torturó hasta morir, lo hice por ti, Amber, para que nunca más te vuelva a golpear, lo hice porque...Te amo". Ella quedó en shock por lo que le había dicho y me dijo: "¡¿Qué te pasa?, maldito enfermo. ¡Aléjate de mí!". Ella al decir esto, me enfurecí y la golpeé tantas veces que la deje inconsciente.
La lleve a mi casa y la dejé abajo en el sótano, atada a una cama con un poco de comida y unas sábanas para que estuviera cómoda. Al rato, se despertó y la saludé con un beso en la frente. Me sentía el hombre más feliz del mundo por al fin tenerla. Cada noche la miraba mientras dormía. Al amanecer me dijo: "Déjame ir, por favor", yo no quería perderla y tampoco quería perder la buena relación que tenía con ella.
Una tarde mientras yo preparaba la cena, Amber se había escapado del sótano y fue directamente a la sala para realiza una llamada por teléfono, pero pude evitar que llamará. Al ver que ella quería alejarse de mí, la golpeé hasta romperle sus dos hermosas piernas. "Hago esto por amor, no quiero que te vayas" le susurré al oído. Al pasar las horas, oí unas sirenas y dije: "¡Diablos!, la policía. Nos quieren separar. Eres una estúpida". Entraron los policías y me tomaron a la fuerza.
Ahora me estoy pudriendo en ésta cárcel, pero un día volveré por Amber...